Tres mitos sobre la enseñanza universitaria a distancia

Existen tres mitos algo extendidos sobre la enseñanza universitaria a distancia:

1. La enseñanza universitaria a distancia es de inferior calidad. Es algo que no tiene absolutamente ningún fundamento, ya que a los alumnos a distancia se les debe exigir, excepto la asistencia a clase, las mismas pruebas de evaluación y la misma realización de prácticas que a los alumnos presenciales.

2. La enseñanza universitaria a distancia es más barata que la presencial. Es otro mito poco fundamentado, ya que, por un lado, son necesarias las infraestructuras físicas para la realización de exámenes, prácticas de laboratorio, y por otro lado, se precisa la creación de materiales docentes enfocados a ese fin.

3. La enseñanza universitaria a distancia exige menos dedicación por parte del profesorado. Es otro mito sin fundamento alguno, ya que el alumno no presencial tiene otras necesidades especiales de atención que exigen tiempo y dedicación por parte del profesorado, a veces incluso superior al de la enseñanza presencial. Una clase tradicional en un aula suele durar entre una y tres horas. En un aula virtual, una discusión de un solo tema puede alargarse una semana .

La enseñanza a distancia requiere unos métodos pedagógicos especiales, que deben aprendidos por el docente. Por otra parte, también requiere unos medios especiales, que no siempre están al alcance de las instituciones de enseñanza

No debemos olvidar, por otra parte, una pieza absolutamente insustituible en la enseñanza a distancia: el docente. Un ordenador, un programa o un ciberespacio jamás pueden sustituir la labor del docente. El docente, el enseñante, la profesora son piedras angulares, sin las cuales no se sostiene el edificio. Si además del papel docente de la Universidad, añadimos el rol investigador, refuerza nuestras hipótesis, ¿quién es capaz de adentrarse por sí solo en los oscuros vericuetos de la investigación científica?