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Paranthropus boisei


El Paranthropus boisei fue descubierto en 1959 por la antropóloga  Mary Leakey en Olduvai, Tanzania. Inicialmente, la especie fue nominada como Zinjanthropus boisei. La especie fue adscrita al género Paranthropus por Robinson en 1960, y posteriormente al género Australopithecus, como Australopithecus boisei, por Leakey y sus colaboradores en 1964, sin embargo ha prevalecido la adscripción de Robinson, con el nombre de Paranthropus boisei. Sigue existiendo discusión entre los especialistas sobre el género al que pertenece esta especie.

Sus fósiles aparecen en sedimentos del Pleistoceno inferior, de hace 1,3 a 2,3 millones de años. El primer ejemplar descubierto por Mary Leakey tenía 1,75 millones de años.


Características anatómicas

Paranthropus boisei vivió en un entorno seco, alimentándose de vegetales duros, por lo que desarrolló un potente aparato masticador destinado a triturar semillas y raíces.

Su capacidad craneal era de alrededor de 515 centímetros cúbicos. Tenía la cara muy ancha y redondeada, con unos incisivos muy pequeños, pero unos enormes molares y una cresta sagital a la que debían unirse unos grandes músculos masticadores. Su foramen magnum está más adelantado que en Australopithecus.

Cráneo de Paranthropus boisei

Cráneo de Paranthropus boisei
Su peso, estatura y aspecto general es muy parecido a los otros Australopithecus. Hallazgos de restos parciales del esqueleto postcraneal muestran unas características muy robustas, como unos brazos largos y fuertes con huesos muy robustos. Los machos pesaban en promedio de 49 a 62 kg, según diferentes cálculos, y las hembras unos 34 kg, reflejando un claro dimorfismo sexual. Es posible que formaran comunidades de varios machos emparentados, en las que cada uno agruparía un pequeño harén de hembras. La altura mínima era de unos 1,56 m.


Hábitat

En Etiopía, durante el espacio de tiempo en que vivió esta especie, el clima se hizo más árido, disminuyendo las precipitaciones, aunque el bosque probablemente persistió alrededor de los cursos de agua, de donde salieron los depósitos fosilíferos. La aparición de esta especie no coincide con un cambio climático, como en Sudáfrica. Durante el espacio de tiempo en que vivió esta especie, no sufrió cambios anatómicos sustanciales, pese a los grandes cambios climáticos de su época. Paranthropus boisei vivía en las zonas llanas de África Oriental, donde los bosques habían desaparecido, siendo reemplazados por sabanas y llanuras extensas, así como valles fluviales donde se concentraba gran cantidad de vida terrestre y semiacuática.

Paranthropus boisei vivió en un medio ambiente más seco que sus ancestros Australopithecus. Ante el cambio climático hacia una mayor aridez, las especies de éste género recurrieron a la especialización de su aparato masticador para poder sobrevivir en un medio más seco. Así, con unas poderosas mandíbulas pudo tener acceso a raíces, tallos gruesos, etc. En cambio, el resto de su estructura corporal no varió prácticamente nada con respecto a sus antecesores Australopithecus.

La especialización alimentaria ante este cambio climático se vio demostrada de otra forma con el descubrimiento de un cráneo con mandíbula completo, en 1997, en Konso (Etiopía). En ese mismo yacimiento se encontraron muchos huesos de bóvidos alcelafinos, familia que comprende los ñus, topis, que se sabe que se alimentan de plantas del tipo C4, propias de matorrales de clima seco y semi seco. Por tanto, se sabe que el hábitat de los Paranthropus boisei vivieron era la sabana.

Reconstrucción de Paranthropus boisei

Reconstrucción de Paranthropus boisei

Convivencia con Homo

Paranthropus boisei, convivió con los Homo durante 1,5 millones de años, compartiendo su hábitat con otros tres homininos: Homo habilis, Homo rudolfensis y Homo erectus. A diferencia de estos, Paranthropus boisei tenía una dieta más herbívora, mientras que los otros eran más oportunistas: comían carne y alimentos con proteínas, lo que les permitió desarrollar más la inteligencia, haciendo un uso mayor de herramientas. Sin embargo, Paranthropus boisei también comía termitas y hormigas, usando un palito como herramienta, como lo hacen los actuales chimpances.

Al no estar en la cima de la cadena alimenticia era vulnerable al ataque de los depredadores. Un depredador que sobresalió en su época fue Crocodylus anthropophagus, un cocodrilo conocido por haber atacado a homínidos, que les acechaba bajo el agua cuando se acercaban a beber. Otros, como leopardos y otros grandes felinos, los perseguían ocultos bajo la maleza, y estos, al no tener la suficiente velocidad para escapar, caían víctimas de estos depredadores.



Paleontología Humana (Paleoantropología)

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